En años recientes ha comenzado a adquirir relevancia el concepto de Bioeconomía Circular. Ésta se entiende como un modelo de producción-consumo focalizada en la utilización sustentable de biomasa como fuente de energía y materiales, para reemplazar los productos de origen fósil, sin afectar la capacidad de producir los alimentos para los seres humanos, mediante un enfoque sistémico que incluye todos los componentes del ciclo de vida de los productos, en sus dimensiones ecológicas, materiales, energéticas, sociales y económicas.
El concepto de Bioeconomía apareció por primera vez en 1971, en la obra del matemático y economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen “La ley de la entropía y los procesos económicos”, evolucionando progresivamente para integrarse en años recientes a los principios de la Economía Circular, dando así origen al término Bioeconomía Circular.
Chile posee un importante sector industrial basado en recursos forestales, agro-pecuarios y marinos, que presenta un interesante potencial para implementar, por ejemplo, estrategias de bio-refinerías, donde se busque el procesamiento integral de la biomasa para lograr su conversión a productos biológicos y bioenergéticos, de mayor valor agregado. Más aún, los avances tecnológicos de las últimas décadas en los campos de termoquímica, biotecnología, nanotecnología y tecnologías digitales han generado una atractiva convergencia de tecnologías habilitantes que permite expandir las fronteras para la utilización sustentable de toda la gama de recursos biológicos disponibles, abriendo las puertas para que la Bioeconomía Circular se transforme en el eje del desarrollo económico.
El tránsito hacia un modelo de Bioeconomía Circular no se va a lograr de manera espontánea o por decisiones de mercado. Se requieren políticas públicas robustas que incentiven la innovación tecnológica, garanticen la seguridad alimentaria y el uso sustentable de los recursos naturales, fortalezcan la economía rural, descarbonicen la economía y reduzcan la dependencia de los recursos no renovables.
Adicionalmente, es necesario una ciudadanía educada, no solo para adoptar un consumo responsable en conjunto con una relación respetuosa con el medio ambiente, sino que también para aportar en las decisiones sobre el uso sustentable de los recursos naturales.
Finalmente, se necesita un fuerte impulso a la investigación, desarrollo, innovación y emprendimiento, que involucre a todos los actores clave, incluyendo al Estado, universidades, centros de investigación, empresas e inversionistas, y a la ciudadanía en general.
Este amplio espectro de oportunidades requiere cerrar las brechas en educación y establecer los marcos de referencia para orientar la estrategia de desarrollo con base en la Bioeconomía Circular, permitiendo avanzar hacia una matriz productiva sustentable y diversificada. El complejo escenario post pandemia le otorga un especial sentido de urgencia a estos desafíos.
Claudio Zaror
Profesor Titular del Depto. de Ingeniería Química, UdeC., Investigador Principal UDT.
Fuente: Induambiente