En Chile, el uso de plásticos de origen fósil es intensivo y su tasa de reciclaje es baja. Por ello, es importante desarrollar soluciones sustentables, que permitan reciclar los plásticos tradicionales o reemplazarlos por materiales termoplásticos biobasados.
Artículo publicado en El Mercurio, lunes 6 de enero 2020, cuerpo C, página 8
El paso desde la “era del petróleo” a la “era de la sustentabilidad” es una necesidad urgente, desde el punto de vista del medio ambiente, de la economía y, por supuesto, de la sociedad. Existen materiales fósiles, altamente demandados y usados durante el siglo XX, que son peligrosos y contaminantes; además, frecuentemente presentan una huella ecológica negativa, la que repercute en la tierra, el aire y los océanos. ¿Cuál es la alternativa?
En la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT) de la Universidad de Concepción, se trabaja desde hace varios años en distintas soluciones, para reducir el impacto de los plásticos.
Los esfuerzos están enfocados principalmente en dos líneas de acción: crear nuevas formulaciones para plásticos biodegrabables/compostables y desarrollar alternativas de reciclaje de plásticos convencionales.
Bioplásticos
Las investigaciones relacionadas con plásticos biodegradables/compostables son de vieja data a nivel mundial. Álvaro Maldonado, jefe del área Biomateriales de UDT, señala que “una de nuestras líneas prioritarias es obtener formulaciones de plásticos biodegradables/compostables en base a ácido poliláctico (PLA), almidón termoplástico y PBAT, a las que agregamos cargas orgánicas como algas y partículas de madera, reforzantes como fibras y microfibrilas de celulosa, y diferentes tipos de aditivos compatibilizantes”.
Estos bioplásticos provienen de fuentes renovables y se degradan bajo condiciones de compostaje, a una determinada temperatura, humedad y en presencia de microorganismos, en un promedio de 180 días, dejando como remanentes CO2, agua y biomasa. El obstáculo para usar masivamente estas materias primas es su alto precio, el que aún es al menos el doble que el de los plásticos convencionales.
Sin embargo, el costo es sólo uno de los factores que influyen en la penetración de los bioplásticos en el mercado; otro desafío es técnico, ya que se requiere que estos materiales tengan las mismas características y prestaciones que los plásticos tradicionales, en cuanto a sus propiedades mecánicas, fluidez y transparencia, entre otros.
UDT cuenta con experiencias positivas en el desarrollo de bioplásticos y su transformación en nuevos productos demandados por el mercado.
“Una de nuestras principales líneas de trabajo son los envases y empaques para exportaciones de frutas. Los envases tipo clamshell para berries, son ampliamente utilizados en los supermercados del país y el extranjero. En este contexto, en UDT desarrollamos un envase con las mismas prestaciones que ofrece el plástico convencional PET, pero usando PLA y distintos aditivos, igualando las características de transparencia, temperatura de ablandamiento, resistencia a compresión y apilamiento. La diferenciación reside en que se trata de un material compostable, lo que le agrega valor como material para envases de arándanos”, señala Maldonado.
Reciclaje
Hay varias tecnologías disponibles para el reciclaje de plásticos; la más utilizada en Chile es la de tipo mecánico, típicamente de plásticos PET, el material con que se fabrican las botellas desechables. Estos procesos tienen limitaciones, debido a que el plástico debe estar limpio y ser de un sólo tipo, para que el material mantenga sus buenas características de calidad. Por lo anterior, el reciclaje mecánico sólo alcanza a un 8% del total de los residuos plásticos del país.
“En Europa se alimentan enormes calderas, en las que el plástico se incinera para obtener energía. Sin embargo, se trata de una alternativa que requiere de una alta inversión y que es crecientemente cuestionada, desde un punto de vista ambiental, por lo que no cabe esperar su implementación en Chile. En UDT estamos desarrollando un reciclaje químico, del tipo pirólisis. Se trata de un proceso termoquímico, en ausencia de oxígeno, en el que el plástico se degrada, generando productos sólidos, líquidos y gaseosos”, explica el Dr. Alex Berg, Director Ejecutivo de UDT.
Entre sus ventajas está que se puede procesar mezclas de plásticos y, al refinar los líquidos y sólidos resultantes, se puede obtener un combustible industrial, tipo Diesel, y ceras parafínicas que pueden tener variados usos: como agente repelente al agua, en paneles de madera y cartones; modificadores reológicos, en la industria de plásticos; y materiales de cambio de fase, para almacenar energía térmica captada durante las horas del día (por ejemplo, mediante colectores solares) y liberarla cuando la temperatura descienda, en aplicaciones de agua caliente y sistemas de calefacción domiciliaria.
Fuente: Artículo publicado en El Mercurio, lunes 6 de enero 2020, cuerpo C, página 8